El debate no es su beneficio para las clases desprotegidas, sino cómo se obtendrán los recursos crecientes.
Las finanzas públicas mexicanas ya tienen un problema derivado de los sistemas de pensiones (estados, municipios, universidades públicas, entre otros) que presionarán su desempeño con el paso de los años. Este tipo de pensiones son una sangría constante de recursos.
Lo anterior, sin considerar la existencia de otras pensiones que incluso en esta administración se han hecho obligatorias constitucionalmente, como la Pensión Básica Universal para Adultos Mayores (PBAM).
El objetivo, desde luego, no es cuestionar el apoyo hacia esta clase socieconómica frágil de los adultos mayores, quienes deben, sin duda alguna, recibir el apoyo necesario; sin embargo, también debe considerarse la viabilidad y, sobre todo, las fuentes de recursos para mantener estos programas sociales
El gran riesgo que se corre es que las finanzas públicas lleguen a registrar una crisis como las observadas en otras épocas, ante la falta de viabilidad para cumplir con este tipo de compromisos.
Aumento a Pensión para adultos mayores, medida electoral de corto plazo, enorme presión hacia el futuro
El aumento a la Pensión Universal Básica para Adultos Mayores para el año siguiente, de 25 por ciento, justificado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) como una medida de apoyo para los próximos jubilados que recibirán una baja tasa de reemplazo (baja pensión), tiene más bien un tinte electoral ante el proceso que se registrará el año siguiente en el país para reemplazar una diversidad de cargos populares.
Pero reiterando que no se trata de debatir el apoyo que, sin duda deben tener los adultos mayores, la pregunta es: ¿de dónde saldrán los recursos? En primera instancia, los recursos para 2024 salen de claros ajustes en el gasto y, peor todavía, de un endeudamiento clarísimo.
Esto es solamente para 2024. Pero de ninguna manera este aumento de 25 por ciento a la PBAM se revertirá en los años posteriores; por el contrario, habrá aumentos anuales de cuando menos el equivalente a la inflación del año previo, si no es que en una de esas, en otro proceso electoral, las vuelven a ajustar en una magnitud similar.
Es decir, la PBAM se sumará sí o sí a las enormes presiones que tienen y tendrán las finanzas públicas del país en los próximos años, que ya de por sí eran enormes y una bomba de tiempo.
El aumento a la pensión para adultos mayores en 2024, de 25 por ciento, es descomunal, para llamarlo de alguna manera, ya que de un plumazo se incrementa en la misma magnitud la necesidad de recursos totales para financiarla a partir de ese año en adelante. Lamentablemente no hay muchas opciones para lograr su financiamiento, para lograrlo el país tendría que hacer lo siguiente:
1) Aumentar impuestos
2) Crecer a tasas muy superiores al mediocre 2 por ciento que tenemos actualmente
3) Endeudarse más y más cada año
La PBAM ha sentado las bases con este aumento descomunal para que en los años siguientes se requieran varios puntos adicionales del PIB para pagarla, considerando no solamente los montos que se incrementarán por sí solos, sino el hecho de que cada vez más y más mexicanos llegarán a la edad necesaria para disfrutarla, lo que sin duda redundará en la demanda de más recursos. Sin considerar que, al amparo de la efervescencia electoral, se vaya a bajar la edad mínima requerida, hoy de 65 años, para obtenerla (se debate si se baja a los 60 años de edad).
La PBAM ya era un lastre
De hecho, sin perder de vista su siempre loable objetivo, la PBAM ya era considerado un lastre para las finanzas públicas mexicanas.
Un análisis de 2021 del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), así lo señalaba.
La pensión no contributiva beneficia especialmente a trabajadores informales y a las mujeres.
Por su carácter universal e incondicional, la PBAM se convierte a menudo en la única fuente de ingresos de aquellos adultos mayores que trabajaron en el sector informal y para las mujeres que no accedieron al mercado laboral por dedicarse a los cuidados en el hogar. Un mayor monto de esta pensión les asegura más recursos para financiar sus actividades, así como mayor autonomía financiera.
En este contexto, el CIEP advertía que el costo del programa será difícil de cubrir en los próximos años. Se requerirá un presupuesto equivalente a 1.9% del PIB para que en 2024 puedan atenderse los 12 millones de adultos mayores de 65 años en el país. Pero el CIEP no consideró entonces el fuerte ajuste de 25 por ciento que ha propuesto el gobierno.
De cualquier manera, eso ya implicaba que el gasto total en pensiones contributivas y no contributivas se ubicara en 6.5% del PIB, representando importantes retos en cuanto al financiamiento y a la distribución de recursos públicos.
El reto es enorme, no se trata de cuestionar el loable objetivo de apoyar a clases tan desprotegidas como los adultos mayores, sino cómo y de dónde se van a obtener esos recursos crecientes, o se corre el riesgo de llevar a la economía mexicana, con el paso de los años, a un callejón sin salida, como ya sucedió en otras épocas.
FUENTE: Alto Nivel